jueves, 10 de mayo de 2012

Tergiversación de la obra Pedro Páramo





Por fin logré llegar a Santa Beatriz porque me informaron que aquí habitaba mi bisabuelo, un tal Raúl Santos. Mi longevo abuelo me lo dijo. Y yo le prometí que iría a conocerlo en cuanto él muriera. Le apreté sus brazos en señal de que lo haría, pues él estaba por irse al otro mundo y yo en un plan de acceder en todo. “No dejes de ir a visitarlo – me manifestó. Se llama así pero le dicen asá y su apellido es tal. Estoy seguro de que le dará gusto conocerte” Entonces no pude hacer otra cosa sino decirle sutilmente que así lo haría, y de tanto repetírselo se lo seguí diciendo aun después de que a mis manos les costó trabajo esfumarse de sus gélidos brazos, brazos de un muerto.

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