Nadie
podría imaginarse que, al leer este relato o ver la película, puede terminar
dudando si verdaderamente los sentenciados a muerte deberían pagar tal precio
por sus fechorías. "A sangre fría" (1966) es una de las pocas, sino
la única obra que logró combinar de forma perfecta la literatura y el
periodismo. Es por eso que a Truman Capote se le admira y respeta por aquella
magnífica obra literaria. La experiencia de este autor en la cinematografía,
una ardua e incesante investigación sobre el caso, la ayuda de Nelle H. Lee (su
compañero de investigación) y de las personas cercanas a las víctimas y
victimarios, y una intromisión del autor en aquella historia, logran
entremezclarse de la manera más sutil para así convertir una obra en una de
calidad inigualable.
En la obra, el narrador que es omnisciente va presentándonos
a los personajes (la familia Cuttler y los asesinos) que en un momento de la
obra se encuentran y he ahí donde la trama empieza, donde la situación
detonante de la narración se comienza a dar. Las investigaciones, testimonios y
sentimentalismos encontrados van dándose para que poco a poco nos lleve al
inminente final: Las muertes de Dick y Perry a manos de la justicia.
En la película “Capote” (2005), se muestra ya
desde un principio el asesinato de los Cuttler. El personaje que hace de
Capote, se interesa por escribir ese hecho impactante. Comienza a surgir, pues,
una relación profunda entre el escritor y los asesinos. Sólo él llega a
informarse perennemente por estos últimos; los testimonios, los sentimientos de
culpabilidad, la razón por haber actuado virulentamente, sólo Capote llega a
enterarse. Es así como se va desenvolviendo la trama de la película hasta
llegar al último acto: la muerte de los asesinos en manos de la Justicia.
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